Como bien hizo Raymond Queneau en su obra Ejercicios de estilo (1947), he intentado contar una misma historia de nueve formas distintas. En primer lugar, se encuentra el texto base, y, acto seguido, los nueve envoltorios diferentes con los que he empaquetado ese mismo mensaje. Espero que os gusten.
Texto base
Una oscura silueta atravesó el parque. Llevaba consigo un libro de aspecto viejo. Lo depositó en un banco. La fuerza del viento hizo que se abriera y pasaran las páginas. En el momento en el que se cerró, una de ellas quedó doblada.
Por la mañana, una joven recogió el libro. Se llamaba Carolina e iba de camino hacia el colegio. Cuando el profesor impartía clases, el libro cayó al suelo y llamó la atención de él. Lo abrió y, para su sorpresa, las hojas estaban en blanco. Resultó que la última se encontraba doblada con palabras sueltas sin sentido aparente. Los alumnos se preguntaban por qué estaba vacío y cuál era el sentido de su existencia. Carolina propuso que, al no haber escritura alguna, se inventaba una historia a través de las frases de cada uno de ellos.
Al acabar las clases, y esta vez con el libro a medio escribir, Carolina vio un árbol que le resultó llamativo. Decidió situarlo a su lado.
Poco a poco, muchas manos humildes continuarían las frases que habían encontrado en el libro, convirtiéndolas en una historia, la historia del pequeño libro perdido.
Con la vocal i
Por motivos fonéticos, me he visto obligado a cambiar también algunas consonantes.
Ini iskiri siliiti itrivisí il pirki. Llivibi kinsigi in libri di ispicti viiji. Li dipisití in in binki. Li fiirzi dil viinti hizi ki si ibriiri y pisirin lis píginis. In il miminti in il ki si cirrí, ini di illis kidí diblidi.
Pir li miñini, ini jivin rikigií il libri. Si llimibi Kirilini i ibi di kimini hicii il kiligii. Kiindi il prifisir impirtíi clisis, il libri kiyí il siili y llimí li itinciín di íl. Li ibrií y, piri si sirprisi, lis hijis istibin in blinki. Risiltí ki li íltimi si inkintribi diblidi kin pilibris siiltis sin sintidi ipirinti. Lis ilimnis si prigintibin pir kí istibi vicíi y kiíl iri il sintidi di si ixistincii. Kirilini pripisi ki, il ni hibir iscritiri ilgini, si invintibi ini histirii i trivís di lis frisis di kidi ini di illis.
Il ikibir lis clisis, y isti viz kin il libri i midii iscribir, Kirilini vii in írbil ki li risiltí llimitivi. Dicidií sitiirli i si lidi.
Piki i piki, michis minis himildis kintiniiríin lis frisis ki hibíin inkintridi in il libri, kinvirtiíndilis in ini histirii, li histirii dil pikiñi libri pirdidi.
Diminutivos
Una oscurita siluetita atravesó el parquecito. Llevaba consigo un librito de aspectecito viejecito. Lo depositó en un banquito. La fuercecita del vientecito hizo que se abriera y pasaran las páginitas. En el momentito en el que se cerró, una de ellas quedó dobladita.
Por la mañanita, una jovencita recogió el librito. Se llamaba Carolina e iba de caminito hacia el colegiecito. Cuando el profesorcito impartía clasecitas, el librito cayó al suelecito y llamó la atencioncita de él. Lo abrió y, para su sorpresita, las hojitas estaban en blanquito. Resultó que la últimita se encontraba dobladita con palabritas sueltecitas sin sentidito aparente. Los alumnitos se preguntaban por qué estaba vaciíto y cuál era el sentidito de su existencia. Carolina propuso que, al no haber escriturita alguna, se inventaba una historiecita a través de las frasecitas de cada uno de ellos.
Al acabar las clasecitas, y esta vez con el librito a medio escribir, Carolina vio un arbolito que le resultó llamativito. Decidió situarlo a su ladito.
Poquito a poquito, muchas manitas humildecitas continuarían las frasecitas que habían encontrado en el librito, convirtiéndolas en una historiecita, la historiecita del pequeñito librito perdidito.
Aumentativos
Una oscurona siluetaza atravesó el parcazo. Llevaba consigo un librazo de aspecto viejazo. Lo depositó en un bancazo. El fuerzón del vientazo hizo que se abriera y pasaran las páginazas. En el momentazo en el que se cerró, una de ellas quedó doblada.
Por la mañanaza, una jovenaza recogió el librazo. Se llamaba Carolina e iba de caminazo hacia el colegión. Cuando el profesorazo impartía clasazas, el librazo cayó al suelazo y llamó la atenciónaza de él. Lo abrió y, para su sorpresón, las hojazas estaban en blanco. Resultó que la última se encontraba doblada con palabrazas sueltas sin sentidazo aparente. Los alumnonazos se preguntaban por qué estaba vacío y cuál era el sentidazo de su existenciaza. Carolina propuso que, al no haber escrituraza alguna, se inventaba una historiaza a través de las frasazas de cada uno de ellos.
Al acabar las clasazas, y esta vez con el librazo a medio escribir, Carolina vio un árbolazo que le resultó llamativo. Decidió situarlo a su ladazo.
Pocazo a pocazo, muchas manazas humildes continuarían las frasazas que habían encontrado en el librazo, convirtiéndolas en una historiaza, la historiaza del pequeñazo librazo perdido.
Escritura de sms
1 scura silueta atrvesó l park. Yevaba cnsig 1 libro d aspcto viejo. Lo dpsitó n 1 bnco. La forza dl vento izo q se abrera y psaran ls pags. N l momnto n l q s crró, 1 d eyas kedó dblada.
X la mñn, 1 jovn rcogió l libro. S ymaba Krolina e iba d kmino acia el colegio. Cnd l prfesor impartía clses, l libro kyó al suelo y yamó la atnción d él. Lo abrió y, xa su srpresa, las ojas staban n blanc. Rsultó q la última s ncntraba dblada cn palabrs sueltas sin sntido aparent. Ls almnos s prguntban xk staba vcío y cuál era l sntid d su exstncia. Krolina prpuso q, al no abr scritura alguna, s invntaba 1 hª a travs d ls frses d kda 1 d eyos.
Al akbar ls clses, y sta vez cn el libro a mdio scribir, Krolina vio un árbol q le resultó ymativo. Dcidió situarlo a su lado.
Pco a pco, mxas manos umildes cntinuarían ls frses q hbían ncontrad n el libro, cnvirtiéndolas n 1 hª, la hª dl pekeño libro prdido.
Futurístico
Una oscura silueta atravesó el campo de minas inteligentes. Llevaba consigo un e-book de hace dos siglos. Lo depositó en un asiento público, de los que levitan a 3'0. La fuerza de la gravedad hizo que se apagase y se desconfigurase su sistema. En el momento en el que se volvió a encender, todavía podía leerse un pequeño fragmento que no se había borrado del todo.
Por la mañana, un androide recogió el e-book. Se llamaba Cr4b3 e iba de camino hacia la nave de enseñanza. Cuando el profesor impartía clases, el e-book empezó a hacer sonidos extraños y llamó la atención de él. Lo cogió y, para su sorpresa, descubrió que no poseía datos. Resultó que había un archivo de 100Mb con palabras sueltas sin sentido aparente. El resto de androides galácticos se preguntaban por qué no tenía datos y cuál era el sentido de su existencia. Cr4b3 propuso que, al no haber datos, se inventaba una leyenda a través de las frases de cada uno de ellos.
Al acabar las clases, y esta vez con el e-book algo más organizado, Cr4b3 vio una enredadera de Marte que le resultó llamativa. Decidió dejarlo su lado.
Poco a poco, muchas manos humildes continuarían las frases que habían encontrado en el e-book, convirtiéndolas en una leyenda, la leyenda del extraño e-book perdido.
Andaluz
Una ohcura cilueta atravezó er parque. Yevaba concigo un libro que parecía vieho. Lo dehó en un banco. La fuerza er viento hizo que ce abriera y pazaran lah páhinah. En er momento en er que ce cerró, una de ellah ce queó doblá.
Po la mañana, una muchacha recohió el libro. Ce yamaba Carolina e iba par colehio. Cuando er profezó daba la clace, el libro ce cayó ar zuelo y yamó la atención de é. Al abrirlo ce queó bihco, ya que la ohah no tenían ná ehcrito. Rezurtó que la úrtima ehtaba doblá con palabrah zuertah cin centío aparente. Loh alumnoh ce preguntaban por qué estaba vacío y cuá era er centío de zu ecihtencia. Carolina diho que, como no había ná ehcrito, ce iba a inventá una ihtoria con lah frace de ca uno de eyoh.
Al acabá lah clace, y ehta veh con el libro a medio escribí, Carolina vio un árbo que le rezurtó yamativo. Decidió dehah el libro a la vera el árbo.
Poco a poco, muchah manoh umirdeh continuarían lah fraceh que ce habían encontrao en el libro, convirtiéndolah en una ihtoria, la ihtoria der pequeño libro perdío.
Palabras esdrújulas
Un héroe acéfalo atravesó el océano. Llevaba consigo una brújula de código aritmético. La depositó en una pirámide. Las órdenes del océano hicieron que se abriera y pasaran los murciélagos. En el momento en el que se cerró, uno de ellos se quedó tetrapléjico.
Desde un helicóptero, un barítono recogió la brújula. Se llamaba Lázaro e iba con éxtasis hacia México. Cuando un mecánico repartía hígados, la brújula cayó rápidamente y sonó el teléfono de él. La abrió y, con sus prismáticos, vió que los murciélagos estaban rígidos. Resultó que el último era esquizofrénico y estaba pálido entre los tóxicos cadáveres sin cerámica soviética. Los dermatólogos se preguntaban por qué era eléctrica y cuál era el catálogo de su carátula. Lázaro propuso que, al no haber oxígeno alguno, se compraba un micrófono a través de los teléfonos de cada uno de ellos.
Al acabar con los hígados, y esta vez con la brújula a medio abrir, Lázaro vio a un asiático que le resultó fantasmagórico. Decidió situarla a su lado.
Poco a poco, muchas tarántulas ásperas se comerían a los murciélagos que habían salido de la brújula, convirtiéndolos en válvulas, las válvulas del próximo páncreas cósmico.
Catalán
Una ombra fosca va travessar el parc. Portava un llibre que semablava antic. El va deixar damunt el banc. La força del vent va fer que s'obrís i les pàgines comencessin a moure's. Quan, finalment, es va tancar, una de les pàgines va quedar doblegada.
Pel matí, una noia va agafar el llibre. Es deia Carolina i anava cap el col·legi. Quan el professor estava explicant, el llibre va caure al terra i li va cridar l'atenció. El va obrir i es va sorprendre quan va veure que els full estaven en blanc. L'últim full estava doblegat i hi havia escrites unes paraules que semblaven no tenir cap sentit. Els alumnes es preguntaven per què estava buit i quin era el sentit de la seva existència. Carolina va proposar que, como no hi havia res escrit, ella podria escriure una història amb les frases de cadascun d'ells.
Quan varen acabar les classes, i amb el llibre encara mig escrit, Carolina va veure un arbre molt cridaner. Va decidir deixar el llibre al seu costat.
Poc a poc, moltes mans humils continuarien escribint les frases que havien trobat al llibre, convertint-les en una història, la història del petit llibre perdut.
Interrogatorio policial
Policía – ¿Qué sucedió la noche del 25 de octubre en el Parque de la Paz?
Sospechoso – Me estaba fumando un cigarro tranquilamente cuando, de repente, vi como una persona de mediana estatura dejaba algo encima de un banco y huía corriendo.
P – Dígame algo más sobre esa persona. ¿Era hombre o mujer?
S – No llegué a verlo, lo siento. Todo ocurrió demasiado rápido.
P – ¿Se dio cuenta esa persona de que estaba usted allí?
S – No lo creo. Había unos arbustos que me tapaban.
P – ¿Qué hacía usted a altas horas de la noche fumándose un cigarro detrás de unos arbustos?
S – Me gustaría poder decir lo contrario, pero, desde hace unos meses, el Parque de la Paz se ha convertido en mi hogar. Todas las noches intento dormir refugiándome del frío entre esos arbustos.
P – ¿Llego usted a ver qué era lo que había depositado esa persona encima del banco?
S – A la mañana siguiente, una muchacha que pasa todos los días por el parque se dio cuenta de que había algo encima del banco y lo cogió. Fue entonces cuando me di cuenta de que era un libro. A pesar de la distancia, pude ver que era de color marrón y estaba algo desgastado.
P – ¿Volvió a ver a esa chica?
S – Sí. Varias horas después apareció de nuevo por el parque. Vi como se acercaba a un árbol y dejaba el libro a su lado. Después se marchó y no volvió a dar señales de vida.
P – ¿Qué pasó entonces con el libro?
S – No pude evitar acercarme para ver de qué libro se trataba. Cuando lo vi, me llevé una sorpresa. Estaba prácticamente vacío, pero alguien había empezado a escribir una historia que no llegó a terminar.
P – ¿Se quedó usted con el libro?
S – No, volví a dejarlo en su sitio y allí permaneció hasta que otra persona se lo volvió a llevar. Ya son cinco las personas que se lo han llevado y lo han vuelto a dejar en el parque.
P – ¿Sabe usted qué hacen con el libro?
S – Algunos continúan escribiendo la historia, otros parece ser que simplemente lo leen. Siempre que me lo encuentro, tiene algún fragmento nuevo. No sé qué tiene ese libro, pero todo el que lo coge acaba escribiendo algo. Entre usted y yo... creo que ese libro está maldito.